Castellano
19 de Noviembre de 2012
Osteopatía y deporte

Osteopatía. Aportaciones al entrenamiento deportivo


La osteopatía, por su concepción holística y global de la persona, aporta un “plus” de calidad al entrenamiento deportivo especialmente por lo que hace a la preparación general y específica del deportista. Tal y como el entrenamiento trata de optimizar el rendimiento deportivo, el osteópata trata de optimizar el potencial de salud de la persona. Cuando juntamos ambas especialidades obtenemos aquello deseado por cualquier profesional del deporte: rendimiento, conservando (incluso mejorando) la salud. El trabajo interdisciplinario, conjuntamente con otras disciplinas esportivo-sanitarias según convenga, es absolutamente necesario para romper con el tópico: «el deporte de competición es malo para la salud». De hecho, decimos que la osteopatía no cura sino que lo que hace es optimizar los recursos de la persona para favorecer su auto-regulación, su re-equilibrio y su propia auto-curación. Esto, traducido al ámbito deportivo, se corresponde al concepto de adaptación fisiológica del propio cuerpo al estímulo o la carga de entrenamiento que hemos ejecutado. Por lo tanto, podemos decir que durante la sesión de osteopatía, estimulamos al cuerpo de una manera determinada para crear consecuentes adaptaciones que mejorarán el estado de salud de la persona. Esto no puede hacer nada más que favorecer el entrenamiento deportivo ya que si el deportista está más saludable y dotado de una mejor capacidad de adaptación podrá soportar una carga de entrenamiento de más nivel cuantitativo y cualitativo. La llave está en la calidad del ejercicio y, cuanta más visión holística y global tengamos del deportista y del propio concepto “de entrenamiento deportivo”, más calidad podremos dar a nuestras sesiones preparatorias.
 
Un ejemplo de cómo la osteopatía puede ayudar al deportista y al entrenador a hilar más fino en su planificación y programación deportiva: un futbolista nos vino a ver a la consulta por un tema de osteopatía de pubis bilateral más acentuada en el lado derecho con una larga evolución (crónica) llena de recaídas y recidivas y cada vez más invalidante para su deporte. Después de unas pocas sesiones a partir de las cuales remitió el dolor definitivamente, conjuntamente con el deportista, el entrenador técnico y el preparador físico formulamos una hipótesis de trabajo y concluimos lo siguiente: el jugador llegó a esta situación por un cúmulo de factores multicausales que a medida que iba pasando el tiempo se reforzaban unos con otros creando así patrones fisiopatológicos que desembocaron en una espiral mórbida de la que era imposible salir tratándolo desde una visión parcial y analítica.
A través de los ojos del osteópata, conectando los componentes mecánico, neurológico, visceral y fluídico que intervienen en la disfunción somática, vimos que:
A nivel mecánico, posiblemente, la excesiva tensión y acortamiento de la musculatura isquiotibial, especialmente del bíceps femoral, provocó una pequeña subluxación postero-superior de la cabeza del peroné derecho suficiente para alterar la propiocepción de la articulación del tobillo. Con el paso del tiempo este hecho supuso una sobrecarga articular importante de tobillo, rodilla y cadera derechos pero también de la musculatura estabilizadora activa tanto de la rodilla (especialmente pata de pato) como la cadera (sobre todo, piramidal, obturadores y Gemini); a partir de aquí, la tensión a nivel de pubis ya empezaba a ser excesiva. Esta rotación interna de cadera fue acompañada de una hiperlordosis lumbar que favorecía la compresión a nivel lumbo-sacro. La zona dorsal fue hacia la rectificación y las cervicales llevaban la cabeza adelante. Todas las líneas de fuerza iban a sobrecargar el pubis (desajuste de las ramas pubiana). En ese momento se instauró el espasmo del diafragma pélvico y los abdominales.
A nivel neurológico, la compresión lumbo-sacro provocó un leve pinzamiento de las raíces nerviosas de los segmentos L1-L2-L3 (con dolor irradiado hacia la zona del pubis) y más abajo, junto con el espasmo muscular de los rotadores, leves ciáticas.
A nivel visceral, la disfunción del diafragma pélvico y el espasmo abdominal comportaron la disfunción del diafragma torácico favoreciendo el bloqueo inspiratorio. La alteración de las presiones intraabdominales imanta excesivamente el hígado contra el diafragma y colapsa los intestinos. La disfunción somato-visceral queda retroalimentada.
A nivel fluídico ya no circula nada bien: no hay un correcto aporte sanguíneo y sobre todo no hay suficiente drenaje venoso. La congestión intensifica todo el cuadro y provoca cada vez más dolor.
A través de los ojos de la osteopatía y los técnicos deportivos se acuerda tomar diferentes medidas que mejorarán cualitativamente el entrenamiento del deportista:
 
·      Trabajar los estiramientos de manera global a través de las cadenas musculares, especialmente las cadenas posterior y antero-interna del tren inferior.
·      Introducir el trabajo de reeducación postural global en la programación deportiva.
·      Introducir los trabajos de conciencia corporal, respiración y relajación en la programación deportiva.
·      Devolver la movilidad en la pelvis y favorecer la decoaptació articular lumbo-sacro.
·      Adecuar los hábitos alimenticios del deportista a sus necesidades y a las exigencias de su especialidad deportiva.
·      Evitar el trabajo concéntrico de isquiotibiales y aductores; favorecer el trabajo pliométrico en cadena cerrada.
·      Evitar el trabajo concéntrico de la musculatura lumbar.
·      Introducir los hipopresivos en el trabajo abdominal.
 
Después de una buena puesta en forma el jugador volvió a jugar un partido a las pocas semanas. Actualmente sigue marcando goles!


Ferran Trinidad
Osteópata. Fisioterapeuta.
Licenciado en Educación Física.

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